Les hago una pequeña reflexión antes de votar hoy. Hemos visto una campaña vacía, casi inapreciable… si usted se pregunta el porqué; si usted siente paz con ese vacío y piensa que lo que elegiremos hoy es insignificante, que no tiene trascendencia, que no provocara grandes cambios en el país y que por eso no hay reacción, permítame decirle que usted está equivocado. Y me permito explicarle, con el animo de que pueda meditar su voto, lo que pasará si gana hoy el SÍ en la pregunta de la Consulta Popular referente a la instalación de una Asamblea Constituyente:
- Noticias para los anticorreístas: hoy, cuando en la Asamblea Nacional el bloque de la Revolución Ciudadana no tiene ningún poder —porque el país así lo ha decidido en las urnas—, una Asamblea Constituyente podría terminar por devolverle el poder al correísmo, incluso si son minoría. ¿Por qué? Porque el propio estatuto de la Constituyente establece como mayoría a dos tercios de los constituyentes. A menos que ADN tenga la completa seguridad (claramente muy poco probable) de lograr esa mayoría aplastante, le estaremos devolviendo al correísmo su capacidad de negociación para temas que serán trascendentales para la “nueva” República.
- Para quienes no les importa la política: la Asamblea Constituyente, en el estatuto enviado por el Gobierno, establece un plazo de 6 meses con una prórroga de 90 días. En el tiempo de su instalación habrá la posibilidad de que esta se declare de plenos poderes (y así será), de que destituyan a la Corte Constitucional y de que destituyan a la actual Asamblea para concentrar el poder. En esa época estará Ecuador en absoluta inseguridad jurídica y económica.
Y después tendrá que haber un proceso postconstituyente, que demorará años de años, donde habrá que adaptar o rehacer todas las leyes del Ecuador, dejando vacíos enormes por mucho tiempo.
Le pregunto a usted: ¿invertiría en un país que se está refundando y no tiene las reglas del juego escritas? Seguramente respondió que no. Si usted respondió que si, pues asuma esta decisión. - Para los defensores del agua, de las minorías, de los grupos invisibilizados: mucho se habla de que una nueva Constitución seguirá los principios del constitucionalismo clásico, que esta nueva Constitución no podrá retroceder en derechos. A usted, que le han dicho esto, le comento: los Derechos Fundamentales de los países no solo se encuentran dentro de un texto constitucional, sino dentro de lo que los eruditos llaman “bloque de constitucionalidad”. Nuestros derechos fundamentales básicos están respaldados por instrumentos internacionales de derechos humanos (por ejemplo, el derecho a la libertad, a la ciudadanía, a la vivienda, etc.), pero esos derechos de vanguardia, como los derechos a la naturaleza, les pido investiguen si están protegidos; ese artículo en nuestra Constitución —el cual, tal como verso que recuerda a Galeano, recita que no se podrá dar minería en zonas hídricas—, ese verso que nos permitió a los cuencanos pelear por Quimsacocha, les recomiendo revisen si está protegido. Sobre esta investigación, que como simple ciudadano he pedido a quienes me leen la hagan, les anticiparé mis hallazgos: nada de esto está protegido.
Si hoy se pregunta de nuevo por qué esta campaña pareció insignificante, yo le respondo: no es porque esta elección no sea trascendental en nuestro país, sino tal vez porque a todos los grupos políticos hegemónicos de Ecuador les interesa recibir el mismo resultado. Así que hoy estamos los ciudadanos críticos contra la sordera y ceguera de quienes han decidido confiar en lo que su político, de cualquier color de camiseta, les ha dicho. Estamos quienes tenemos camiseta tricolor y quienes tienen camiseta de un color. Estamos a tiempo.