Este texto es para ti; si no sabes por qué vamos a las urnas el próximo 16 de noviembre, si no sabes para qué sirve la Constitución o si sientes alguna duda sobre la utilidad del cuco a la vuelta de la esquina que llamamos “Asamblea Constituyente”.
Vamos paso a paso y así nadie se pierde; primero, ¿Qué es una Constituyente?
Sin entrar en clases de Derecho Constitucional, el “poder” que tiene el pueblo para cambiar su norma de mayor jerarquía se entiende por “poder constituyente originario”, pues se cambia todo el texto (derogando la Constitución y expidiendo una nueva).
En términos más simples, una Asamblea Constituyente tiene por objeto crear una norma que sirva para regular todas las demás, pues modifica totalmente las reglas del juego para la sociedad, aunque eso solo es teoría en Ecuador. La realidad es que hemos tenido 20 Constituciones, siendo más un capricho político que un verdadero intento de planificación para el Estado.
Ahora bien, en segundo lugar, debemos tratar sobre la razón de una Constituyente, ¿Por qué se necesita? Y ¿cuánto cuesta?
Según el discurso del gobierno, la Constitución de Montecristi es la madre de todos los problemas que presenta Ecuador hoy en día, aunque los acarreamos desde hace años, es importante reconocer que una Constitución establece la organización del Estado (en su parte orgánica) y reconoce las garantías y derechos de quienes viven en ese Estado (su parte dogmática). Si alguien que es candidato para asambleísta constituyente entiende eso como mínimo, entonces podemos discutir que al menos sabe cómo se divide un texto constitucional.
¿Por qué partimos de esto? – Simple. – Porque la razón de una Constitución, al establecer las reglas del juego, es limitar y organizar al Estado, sino caeríamos en los clásicos excesos de poder que se consienten por discursos populistas (véase una sabatina o tiktoks diarios). Resulta equívoco creer que una nueva Constitución cambia radicalmente a la sociedad, pues una norma no es sinónimo de política pública, una norma no hace que las “obras” aparezcan mágicamente y mucho menos, una norma desaparecerá los problemas del pueblo o del gobierno.
Pero ¿cuánto cuesta un proceso constituyente? Partiendo de que hablamos de papel, tinta, sueldos, contratos, instalaciones y publicidad (por no hacer tan larga la lista), tendríamos que afrontar el “sí” de la Consulta Popular venidera como más de 100 millones de dólares. No es objeto de este texto desmenuzar todos los gastos necesarios para expedir una nueva Constitución; sin embargo, reconozcamos que las campañas y los sueldos de quienes levantan las manos se pagan con nuestros impuestos, es decir, mientras usted suda en el trabajo otros tendrán el gusto de ganar más de 4000$ dólares por votar a favor o en contra sin tener que pensar y limitados a ver el color de su bancada para tomar decisiones. Eso no es todo, pues viendo al futuro nos daremos cuenta de que las constantes intenciones retrógradas, difuminadas por eliminar el “garantismo”, se traducen en más problemas para el pueblo, pues no importa la jerarquía de la norma, resulta inhumano entrar en un proceso de “regresión de derechos” si estos ya han sido reconocidos por la Constitución o tratados internacionales que hayamos ratificado, véase las últimas sentencias de la Corte Constitucional declarando inconstitucionales los malos intentos de leyes “económico-urgentes”, mismas que carecían de urgencia o ignoraban la economía luego de su título. – No señor, no por “salirse” del tratado se evitará problemas cuando vulnere derechos, porque los derechos no vienen y van, sino que forman parte de usted por ser persona mas no por conveniencia.
Finalmente, analicemos las insinuaciones de “propuestas” para la nueva Constitución.
Se ha especulado mucho en los últimos días sobre el camino que tomará la Constituyente para redactar una nueva Carta Magna, partiendo por disminuir la cantidad del articulado de 444 (actualmente) a 180, esto resulta profundamente problemático, yo soy partidario de una Constitución alejada del “reglamentarismo” del cual peca el texto de Montecristi; sin embargo, tampoco estoy dispuesto a firmar un cheque en blanco en el que puedan modificar o pretendan “eliminar” los derechos que desde 2008 se han reconocido constitucionalmente.
Ahora bien, el objeto de este texto ha sido generar cierto grado de consciencia en los lectores con respecto de la consulta popular en su pregunta respecto del llamado a una Asamblea Constituyente; sin embargo, no quiero dejar pasar la oportunidad para trastocar brevemente el resto de las interrogantes de la papeleta.
Así que a modo de reflexión; respecto de las bases militares, antes de decir sí o no, pregúntese si dejaría a su vecino, que ni lo saluda, viva en su cocina, coma su comida y se aproveche de todo lo que usted provee sin recibir nada a cambio, entonces puede marcar su papeleta; respecto del financiamiento a partidos políticos, antes de decir sí o no, pregúntese si disfruta la ignorancia de quienes nos gobiernan, porque créame que será peor la calidad política si se quedan sin capacidad de financiar su capacitación – aunque la regulación podría ser vía de una reforma legal y no constitucional. – Con respecto de la disminución de asambleístas, antes de decir sí o no, pregúntese si dejaría la vida de su mamá o su papá en manos de la primera persona que le apareciera en frente, usted no sabe si es médico, enfermera, ingeniero, dibujante o bailarín, pero dice que le ayudará, respóndase y entonces marque su papeleta; por último, respecto de una nueva Constituyente, antes de decir sí o no, pregúntese si compraría un terreno por palabra, sin contrato, sin medidas, sin ubicación, solo la palabra de quien dice ser un “vendedor honesto”, entonces arriesgado o no, podrá marcar su papeleta.